La catarata, que se puede definir como cualquier opacidad del cristalino, se produce cuando el índice de refracción del cristalino varía significativamente en distancias que se aproximan a la longitud de onda de la luz transmitida.
Esta variación en el índice de refracción puede deberse a cambios en la estructura de la celda del cristalino, cambios en los componentes proteicos del cristalino, o ambos.
Definida por la edad de inicio, una catarata congénita o infantil es visible dentro del primer año de vida; una catarata juvenil ocurre dentro de la primera década de vida; una catarata presenil ocurre antes de los 45 años; y catarata senil o relacionada con la edad, a partir de entonces.
Los límites entre los diferentes tipos de cataratas son aproximados; por ejemplo, algunos investigadores consideran que las cataratas juveniles ocurren antes de los 20 años y las cataratas relacionadas con la edad ocurren después de los 60 años.
Además, es posible que no se vean cataratas sutiles durante años después de que ocurren, especialmente si son asintomáticas. La edad de aparición de una catarata no indica necesariamente su etiología.
Las cataratas congénitas pueden ser hereditarias o secundarias a un evento intrauterino nocivo (p. ej., rubéola). Las cataratas asociadas con una enfermedad sistémica o genética pueden no ocurrir hasta la segunda o tercera década (p. ej., cataratas asociadas con retinosis pigmentaria).
Incluso las cataratas relacionadas con la edad, que generalmente se cree que se deben a múltiples agresiones acumuladas durante muchos años, tienen un componente genético, lo que hace que ciertas personas sean más vulnerables a las agresiones ambientales.
El Dr. Humberto Carreras, director médico de Vithas Eurocanarias Instituto Oftalmológico, explica en esté vídeo por qué se detectan cada vez más cataratas en jóvenes.