La respuesta, en parte puede deberse a factores biológicos, hormonales, genéticos, psicológicos y sociales propios de la mujer. A lo largo de la vida de una mujer existen fluctuaciones hormonales que interfieren inevitablemente en la química del cerebro encargada de regular las emociones y el estado de ánimo (menstruación, embarazo, abortos, menopausia…) A parte, existe también una predisposición genética. A pesar de afectar por igual a hombres y mujeres, los estudios sugieren que la existencia de antecedentes de depresión en el entorno familiar hace que las mujeres sean más proclives a desarrollar el padecimiento de alteraciones emocionales a lo largo de su vida.
Embarazo
El embarazo puede actuar como potenciador de las alteraciones del sistema emocional de la mujer. Los cambios hormonales y físicos, así como la nueva responsabilidad de cuidar al recién nacido pueden ser desbordantes. Todos estos factores pueden causar tristeza, irritabilidad, apatía y otras sensaciones que pueden llevar a padecer una depresión. La lactancia también puede influir en este proceso. Las frustraciones de una mala adaptación a la lactancia, la presión por alimentar adecuadamente al bebé y la impotencia de no poder controlar esa situación, lleva a muchas mujeres a caer en situaciones de estrés que dan lugar a la llamada depresión posparto.
Menopausia
En la menopausia ocurre algo parecido con los cambios físicos y psicológicos que influyen en el estado de ánimo de las mujeres. La menopausia es una etapa en la vida de la mujer en la que se producen muchos cambios hormonales. Todo esto hace que se experimenten estados anímicos inestables parecidos al que se atraviesa durante la adolescencia. Por ello, un gran número de mujeres puede experimentar síntomas depresivos y alteraciones del estado de ánimo.
Rol social
El rol de la mujer en la sociedad también puede influir en su susceptibilidad a la depresión. Madre, esposa, cuidadora, además de las presiones laborales y familiares, pueden incrementar el estrés, y el estrés prolongado conduce a la depresión. Muchas mujeres que trabajan fuera del hogar asumen la mayoría de las responsabilidades domésticas. También enfrentarse a los retos de la maternidad sin pareja, o atender a familiares enfermos o mayores. Situaciones que conllevan a una sobrecarga física y emocional difícil de sobrellevar.
Violencia
Pero sin duda un dato preocupante es que el 75% de las mujeres con problemas de salud mental han sufrido violencia en el ámbito familiar o sentimental en algún momento de su vida y, además, más del 40% ha sufrido violencia sexual. La relación entre violencia de género y salud mental revela una vez más la necesidad de ofrecer recursos especializados y valorar los problemas de salud mental de las mujeres como un deber social.